lunes, 15 de diciembre de 2014

No podrás sin mí


Me acuerdo mucho de ti. Mucho. Me acuerdo de ti aunque ahora estemos a kilómetros luz. Podría ser ahora el momento idóneo par explicarte por qué me fui, o por qué huí. Prefiero pensar que me fui porque, aunque he huido de cosas que me aterraban, en aquel momento fui valiente conmigo misma. Me enfrenté a mí.

Me fui porque me supe querer más a mí que a mis inseguridades. Cogí la maleta, no sin antes llenarla de todo lo que me habías enseñado, ¿sabes? Sí que me enseñaste cosas que hoy me ato a los pies y me ayudan a caminar. Así que metí todo lo que me servía y abandoné lastres.
En realidad no sé si solamente me fui o también te abandoné con todos los obstáculos que ponías en mi camino.

Me fui porque enlacé puntos intermitentes y leí de ellos cosas increíbles; que podía arreglármelas sola, que podía incluso -y tenía derecho a- tomar decisiones por mi propio pie. Me fui, me marché, salí corriendo, mientras se oía desde atrás:

No podrás, no podrás sin mí

Y me lo creí. Mientras giraba la esquina de la calle tras despedirte por última vez me creí de cristal, sola. Sabía que volvería a verte cientos de veces más, que nos cruzaríamos y que tendríamos que dedicarnos saludos forzosos; pero no sería ya la misma. Así que aquella tarde me despedí por partida doble. DE TI Y DE MÍ.

Aunque sigas creyéndolo, no fue fácil, de hecho fue una de las pocas decisiones que más me ha costado tomar. Fuiste decisión y en ello te convertiste, en límite franqueado. Lo siento si me echaste de menos, yo también lo hice. De todas formas, ver la puesta de sol al final de cada día te obliga automáticamente a acordarte (de la gente a la que sigues teniendo y) de los que has tenido que abandonar conforme la cálida luz solar deja de acariciarte los mofletes. Por eso, después de todo este tiempo sin ti, debía cerciorarme de qué supuso no volver a tenerte para saber si debía volver o no.

Huir es irse corriendo y mirando atrás constantemente para comprobar que el protagonista de tu miedo no te pisa los talones. Irse es huir siendo consciente de que no hay posibilidad viable para mantenerse quieto en el sitio.

Desde que me fui hasta aquí, hasta donde el viento me dijo que me fuera, siento que todavía no puedan tus ojos diferenciar entre la huida y la marcha. (Mi marcha).

martes, 25 de noviembre de 2014

"sonetos en el fregadero"

Ya que ha habido tantas mentiras, no sonará raro que te diga que nadie ha hablado de todo esto, de lo que ha pasado en los últimos meses. Las voces eran sordas, nadie ha mirado con ojos juzgadores y ni siquiera me he parado a pensar en qué sería lo que sentirían personas ajenas. Hemos cuidado con tanto cariño estas mentiras que nos las hemos creído absolutamente todas y no hemos dejado que se escaparan por cualquier ventana abierta de la casa, de nuestras casas. 

Tampoco he querido escapar de los problemas ni meterme en la cama muchas noches queriendo escurrirme hasta niveles subterráneos del colchón para no tener que levantarme al día siguiente con heridas del día anterior. 

Las razones son seres vivos. Mascotas emocionales que adoptamos tras cada acto llevado a cabo, y que desde el nacimiento mismo de nuestro recuerdo, se vienen a vivir con nosotros. Y las alimentamos, y maduran, y se desarrollan, y nos hacen compañía, y nos ayudan a estar mejor. Las razones son el mejor amigo del hombre y la más fiel amiga de la mujer. Un día, viendo la tele, te las miras por un momento y piensas cómo es posible que hayan crecido tanto, que ya no las reconozcas, con la poca cosa que eran cuando te las llevaste. Porque están vivas, y donde dijiste digo, dices Diego, y la verdad es que las dos suenan igual de bien y de adecuadas para el momento actual. No es que seas un puñetero incoherente, que también. Pero qué significa ser incoherente. Significa que tus razones crecieron y se fueron de casa. Y te dejaron solo otra vez. Las muy putas. Qué decepción.

Quizás lo que me sobran son las razones. Puede que me sobren tan fuerte que no las encuentre por ningún sitio. Están tan delante de mí como un televisor que proyecta imágenes vanas y diáfanas constantemente y sin percatarse del espectador. De todas formas el espectador delante del televisor es lo último que importa. ¿Y si pasa lo mismo con ellas? Las tengo y funcionan, están en movimiento constante e incansable, han estado construyéndose unas sobre otras desde que tengo uso de conciencia y especialmente desde hace un par de años pero no me entiendo con ellas. "Date tiempo", es lo que dicen, pero en medio del jaleo cuando uno necesita aire, de nada sirven las esperas. Y yo soy demasiado impaciente.



jueves, 20 de noviembre de 2014



"Siempre he creído que las personas más importantes de nuestra vida todavía no las hemos conocido. Y como no existen, no nos preocupamos por si el coche las ha dejado tiradas, si se les ha muerto un ser querido, si están tristes o si les han abandonado.
No existen aún en nuestro mundo y, por ello, su tristeza y su felicidad no nos pertenecen y no nos afectan.
Hasta el día que los conocemos y nos ponen al día de su mundo..."

Cuando las amistades que crees que son de una noche se convierten en amistades inabarcables.

martes, 11 de noviembre de 2014

Sinestesias de colores y texturas


Vale que no mirábamos hacia la misma dirección, pero también tuvo algo que ver tu ojo vizco y la rotación de la luna aquella noche. ¿O no? 

martes, 4 de noviembre de 2014

[...]
Está llegando el invierno terroríficamente rápido. Me he dado cuenta cuando, al levantarse de la cama, ha arrojado una brisa sobre mis clavículas y éstas se han estremecido haciendo de la única sábana que nos cubría un revoltijo de dudas y perífrasis que ayer nos dijimos a los ojos y a la boca, pero no a los oídos. Queda también alguna migaja que no quisimos decir pero se nos escapó mientras dormíamos. Llega el invierno de la noche a la mañana, y parece que dice, mientras lo veo, maquillado de odio y rencor tras el fino cristal que da a la calle algo así como: “jódete, no has tomado las decisiones que debías y aquí estoy, dispuesto a incrustarme en tus huesos para que no pegues ojos en estos cuatro meses”.

Y con la misma cara que pones cuando te cantan un cumpleaños feliz delante de toda la clase del colegio me quedo yo sobre su cama. Con cara de gilipollas.


Me vuelvo hacia el otro lado de la cama y oigo sus pasos que vuelven hasta que puedo seguirlos con la mirada. Ha vuelto el invierno, y esta vez, estoy muerta de miedo.



lunes, 27 de octubre de 2014

“Las cosas han cambiado”


¿Y a quién no le ha pasado? Las cosas cambian al igual que hoy es 15 y mañana será 16. Y no podemos hacer nada por evitarlo. Miro fotos de hace un año y trato de leer mi cara entonces: ¿Era más o menos feliz que ahora? ¿Más ingenua? ¿Me gustaba la comida china los domingos tanto como ahora? 

No, claro que no. Nada es lo mismo un año tarde. Pero no porque las cosas cambien hemos de encarar el pasado como algo a lo que nos resulta doloroso volver, o resucitar. El pasado es la seguridad que tienes ahora, porque si no hubiera sido porque tuviste aquella mala racha, no sabrías cómo encarar las que te quedan por venir y tampoco habrías ganado aquel concurso de radio porque ahora eres experto en música de los 90 gracias a la chica que conociste en aquel antro. 

Lo que quiero decir es que lo que se ha vivido nos sabe a la boca tan amargo como inspirador. Que si duele es porque alguna vez sanaba y si ahora no queremos (o no nos atrevemos a) ver fotos que duelen es que algún día ellas mismas iluminaban las paredes blancas de tu habitación. 

En eso consiste la palabra pasado, ¿no? En algo que ya no forma parte de tu día a día. Él es así de caprichoso… vuelve cuando menos deseas, pero eso sí, si no fuera por él, no estarías donde ahora estás. Piensa en ello.



martes, 14 de octubre de 2014

Echar raíces

Tras un fin de semana en el que un cuarto del tiempo ha transcurrido rodando sobre el asfalto a una media de 100 km/h he llegado a la conclusión de que la distancia sólo puede existir cuando te sientes lejos de algo o alguien. ¿Por qué si no, se nos forma ese conocido nudo en el estómago cuando nos abrochamos el cinturón y con una mirada vaga y tímida pasamos la vista de los pies a la cabeza de quien espera en la acera a que te vayas? Porque estar lejos significa marcharse y marcharse a la vez significa, inevitablemente, estar lejos. Sin embargo, existen esas distancias silenciosas que no necesitan de kilómetros físicos, sino emocionales, introspectivos, y he de decir -por propia experiencia- que esos kilómetros son los más difíciles de salvar. 





"Quiero ser feliz, dormir en una cama, echar raíces"

jueves, 9 de octubre de 2014


"Te vi follar y fallar y no sé cuándo
me gustaste más
cuando te contemplé proclamándote diosa
o cuándo te observé confesándote humana."

lunes, 29 de septiembre de 2014

Tendiendo recuerdos



La curiosidad mató al domador, pero éste murió sabiendo.


Más vale que te guste tu jeto, voy a verlo cada mañana.


Regalos dulces para el alma y el culete

28 dientes centelleantes
28 carcajadas con 28 años más

Desconocido, amigo mundano. Barco abandonado, VLC.


"Porque yo quiero serlo todo para ti y me da miedo no saberte demostrar"


Ni reina ni princesa. Esta bebita es algo más supraterrenal que un reino



Lo bueno, si breve... ¿qué coj..? ¡Lo bueno, que dure toda la vida!

Cachete mordisqueable


Gameboy player cachondo



   Va a ser todo un placer contemplaros cada día:



viernes, 19 de septiembre de 2014

Un 7 de julio entraba por la puerta del piso de Rubén con el corazón hecho una mierda pero con una sonrisa en la boca. Es decir, muerta de miedo pero disimulando. Sólo cuando tenemos el alma arrasada de tsunamis y nos dejan  solos cogemos impulso para saltar al vacío y esperar la caída. Podemos caer sobre zarzas o bien encontrarnos con la más confortable de las camas. También podemos olvidarnos de nosotros mismos, de querernos, de cuidarnos... Yo qué sabré de resacas emocionales... 
El caso es que a veces se te cruzan oportunidades en los momentos idóneos que te sacan de un brusco tirón a la superficie. Y sólo quieres llorar, pero no de la tristeza, sino de dicha.  Porque el destino ha sido tan bueno contigo como no lo había sido desde hace largos meses. Un destino que quiere vengarse del karma y mueve todos los astros paralelamente para encontrarte con nuevas personas que harán que todas tus penas se conviertan en alegrías. 
Podríamos convertir esto, muy a mi pesar en una fórmula matemática tal que así: O - (P+T) = A; donde a las nuevas oportunidades les restamos las penas y tragedias y encontramos alegrías incontrolables con personas excepcionales como las que me encontré en el piso de Rubén. Y si a esto le sumamos ganas de probar cosas nuevas y gusto por el trabajo bien hecho, la fórmula se amplía significativamente. He aquí el resultado de la recta que surge de operaciones no muy complejas:


Los miedos no desaparecen, pero la energía para perderlos tampoco.

viernes, 29 de agosto de 2014



Tu historia es tu historia. Está tan adherida a ti como los imanes más fuertes que puedan existir. Algunos viven con su historia cargada a la espalda, como si se tratara de una mochila pegada a ellos llena de piedras grandes y frías en un sendero constante  y lento. Deben soportar su carga y aunque puedan dejarla cada 4 horas en el margen del camino para descansar, siempre deben recogerla y proseguir. 

Otros apenas son conscientes de la propia existencia de su historia. Simplemente despiertan cada día y saben lo que tienen que hacer; recorrer los mismos lugares de aquí para allá, con las manillas del reloj dirigiendo los pasos que deben tomar al final de la calle. Puede que las historias de cada uno, al fin y al cabo sean como fantasmas que no siempre saben despertar. O quizás no hayan encontrado a nadie a quien con quien compartir el lastre y por eso nunca terminan de descansar al completo.

Pero luego están las personas más especiales, aquellas que no dicen “esta es mi historia”, aquellas que no buscan a nadie a quien relatar todo cuanto recogieron por el camino. Este tipo de personas son las que menos abundan y cuyos relatos contienen infinidad de trayectos y cambios bruscos de dirección. En eso consiste todo, supongo, en crear capítulos cada día. No se deben deshacer los apuntes tomados, está permitido incluso copiar si a partir de eso vas a aprender, vas a coger el trampolín y saltar tres veces más alto que la noche anterior. Las historias no se destruyen, y es científicamente imposible que se evaporen, y al no evaporarse no pueden, por lo tanto, ser sacrificadas. Las historias pueden ser lo más valioso del mundo si saben conservarse de principio a fin, o al menos desde un punto medio hasta ahora. Hay gente que no recuerda su origen y no por eso su historia es menos valiosa e interesante que la de aquel que recuerda cómo su bolsa intrauterina se rompió para darle paso a la vida exterior.

Tu historia es el marco de fotos de tu vida, tus primeros pasos, es tu esqueleto, es cada beso que has dado, es tu familia o tus amigos, o ambos, es tu locura y tu cordura, tu sueño, la luz que desprendes, las ganas de afrontar huracanes, tsunamis, tormentas de arena, diluvios universales; así como todo a lo que has sobrevivido. Tu historia es crecer, es no terminar de aprender. ¿Te das cuenta? Tu historia eres tú mismo y no existe nada más maravilloso que despertarse por la mañana y, sin siquiera darte cuenta, sobrevivir a miles de huracanes más con una jodida sonrisa en la boca.

Tu historia es tu historia y no dejes que nadie te la arrebate.


martes, 12 de agosto de 2014



“Ah, la vida es una mierda.

Mi acudiente, muy amablemente, me llevó al aeropuerto. Nos despedimos con un abrazo y mientras se lo daba me di cuenta de que mi cariño por ella era tan grande como mi lástima.
                Mis padres me estaban esperando con una sorpresa: no volvería al internado. Ahora iba a estudiar en un colegio seglar, pequeño, mixto, que quedaba en las afueras. Un colegio moderno, con innovaciones pedagógicas. Adiviné lo que eso quería decir: para alumnos problemáticos, me pareció una magnífica noticia.

                Mis hermanos, que habían crecido varios centímetros, me miraron como a una extraña, aunque trataron de disimularlo. Lo comprendí hasta cierto punto cuando entré a mi cuarto y en el espejo de cuerpo entero me vi desnuda por primera vez en un año: era yo, claro. Pero, cómo negarlo, era otra”.
En una calle en la que las casas estaban medio derruidas, entre gente que no conocía en una ciudad que no pisaba desde hacía, por lo menos, diez años. Mojada de pies a la cabeza, con la esperanza hecha añicos por esos golpes que te da la vida, probablemente previsibles pero inevitablemente dolorosos. Yo, además, siempre he sido partidaria de hacer caso a los consejos después de darme el golpe contra la piedra.

En uno de esos momentos en los que el corazón se te está haciendo tan grande que te aprisiona por dentro (o tan pequeño que parece que no corre sangre en las venas) y sientes lo mismo que si te agarraran del cuello con fuerza y no te dejaran respirar hasta que no se derrama la primera lágrima. Supongo que no soy la primera, ni la última que pasará por ello. Tampoco sé qué tipo de consejo dar para sobrellevarlo más suavemente, porque, como ya he dicho, los consejos no son lo mío. Quizás en otra vida.

Yo siempre he preferido la escuela de “primero lo hago, luego reflexiono” y es que hay ciertas cosas que se deben experimentar en primera persona para luego saber elegir. Yo no sé si tú fuiste experiencia que había que vivir para luego decirte que no o la reflexión la hice  después de sacarme de dudas.

Ese mismo día, cuando tus ojos consiguieron delimitar todo tu alrededor excepto mi figura, creí de verdad haberme vuelto invisible. Dudé de mi propia existencia. De la sangre que ardía, de la sal de mis ojos, de mi propio espíritu. Creí haberme vuelto fantasma hasta que alguien colocó un soporte, no sabría cómo definirlo para que quien esté leyendo estas líneas entendiera cómo me sentí yo. Fue algo que me protegió suavemente de las garras de lo oscuro que es el olvido. Podría decirse que alguien que no podía estar allí en ese momento me envió un ángel de la guarda terrenal para que éste hiciera su trabajo, llevara a cabo una misión. Lejos de milagros y teologismos apareció ese alguien que me salvó y que hizo sentirme inmensamente afortunada.




Me declaro perdidamente agradecida de aquel desconocido que ese día consiguió hacerme más visible que las mil personas que se arremolinaron en ese rincón del mundo.

lunes, 4 de agosto de 2014


NECESITO QUE ME HABLES DE LUNARES

Necesito que me hables de lunares.
Los lunares me gustan y me inspiran
y por eso quiero escribir sobre ellos (me recuerdan a las estrellas).
Sin embargo, no existe ninguno que roce los labios, ninguno que asome por el tobillo,
ni siquiera ninguno entre costilla y costilla. Quizás por eso cuesta tanto hablar de ellos.
Incluso he pintado algunos en mi cuaderno,
de diferentes tamaños.
Todos desperdigados, para hacerlos más reales y así dejar que el boli termine su trabajo.

No sé qué ha ocurrido esta mañana, pero todos los lunares que un día afloraron en mi piel, se han marchado, y otros se han mudado a otro lugar, traviesos.

miércoles, 30 de julio de 2014

Riverside - Agnes Obel

Durante un año entero podía escucharle cada vez que quisiera. Bastaba con abrir la puerta que daba a nuestro pasillo y con mi tarjeta, activar el pequeño aparato negro sobre el manillar y entrar a nuestra habitación.
También podía pedirte que me tocaras, o que no dejaras de hacerlo porque había llegado exhausta del comedor. He de confesarte que hubo días en los que tenía que subir al máximo el volumen de los auriculares para aislarme en mi música y que así ningún sonido exterior se colara. Y, sin embargo, ahora daría lo que fuera porque alguna nota suelta de tu piano interceptara a alguna nota de mi música.

Yo me sentía agradecida cada vez que el silencioso pasillo se inundaba de notas ahogadas y de una voz jodidamente bonita.


Sólo valoras lo que posees realmente cuando estás a punto de perderlo o cuando ya se te ha escapado de las manos, en mi caso de los oídos.
Cada mirada que nos dedicábamos, sin tener que hablar. Porque a pesar de casi no conocernos, tus ojos y los míos, además del color, compartían idioma. Cada lágrima que nos justificamos y que quisimos camuflar con los: “esto mañana se me pasa…”; la comida compartida, más tuya que mía, los armarios mezclados de ropa de la otra, canciones que nos mandábamos porque estábamos seguras de haber descubierto a grupos geniales… todo acababa en “compartir”. Porque en esa habitación, al contrario que otras 60 restantes, siempre seguía iluminada (incluso a las 4 de la mañana) y con la persiana hasta arriba, con el flexo dirigiendo su luz a apuntes interminables o a obras de arte que posteriormente se convertirían en sobresalientes. Siempre que se nos hacían las tantas, aunque cada una de nosotras siguiera enfrascada en sus proyectos; nos comunicábamos, eran sueños comunes y silencios que no era necesario romper.
Todo comenzaba y terminaba por la palabra compartir. Creo que nunca envidié a quienes dormían solamente acompañados de esas cuatro paredes frías y poco amigables. A mí me gustaba tener a alguien a un metro de mi cama que antes de darme las buenas noches se riera de mí porque había dicho cosas raras durmiendo pero aun me gustaba más que la carcajada sonara sorda en el cuarto porque nadie más hablaba a esas horas de la mañana; o porque había algo que era imprescindible ver en su ordenador que no podía esperar al día siguiente.

Echo de menos todas esas notas que tocabas en el piano y (¡cómo no!) todas las que taladrarán la cabeza de tu nueva compañera.


viernes, 25 de julio de 2014

remiendos

-Justo después de esa foto... - musitó con los ojos destellando asombro como quien acaba de ver un fantasma. Sus ojos señalaban fijamente a la pareja con unas amplias sonrisa sujetando con una mano cintura y hombro y botellines en otra.

-¿Qué? ¿A qué te refieres? - le pregunté esperando una respuesta fugaz de su boca, o de sus ojos.

-Justo después de esa foto... - volvió a repetir; como si hubiera olvidado que ya lo había dicho, o como si necesitara volver al principio para contármelo todo. -giró la mirada palpitante, esos ojos rasgados por el ambiente cargado del bar y se acercó tan cerca que pude ver todavía, mientras sus labios ya tocaban mi labio superior, las marcas que aparecen en sus mejillas cuando sonríe.

-¿Te gusta Andom entonces? - atreví a articular mientras me moría por saber más, y mi cigarro iba consumiéndose entre el índice y el corazón.

-¿Qué quieres decir? Andom siempre me gustó. Incluso cuando no lo conocía y para mí era un chico más del campus, de la ciudad -su voz ahora miraba al cristal del tren y su cabello castaño se teñía enérgicamente de un rojizo abrasador del último sol de la tarde. Cada vez que colgaba pancartas para convocar huelgas, cada vez que salió de clase implorando al cielo un 5 para aprobar alguna asignatura difícil de digerir, cada vez que golpeaba cariñosamente la espalda de sus amigos cuando salía por las tardes, satisfecho, de la biblioteca. Creo recordar que alguna vez pudimos llegar a compartir fuego en los descansos. Para mí era un chico más, pero cada vez que alguien lo llamaba por su nombre... el eco parecía reclamar el mío; parecerá inimaginable, cursi o imposible. Pero créeme, creía conocerlo de otra vida. Así que aquella mañana, cuando su amiga Carla lo llamó desde la parada del bus para que la esperara y entrar juntos a clase y casi le atropella una moto que entraba velozmente al aparcamiento me giré bruscamente como si me llamaran a mí y al verle, detenido en medio de la calle fui corriendo a abrazarle.

-¿Y cómo reaccionó él ante tal curiosa situación? - y no pude evitar una risa divertida que hizo que aparecieran en la cara de Valena una fila de dientes brillantes y perfectamente alineados.

-"Tranquila , Vale, que estoy bien" fue lo que me dijo. Él también escuchaba su nombre cada vez que me llamaban. Estábamos seguros de habernos conocido hace años y no hicieron falta presentaciones.

domingo, 1 de junio de 2014

Vomitando arcoiris

Como teletransportarte a otra dimensión, como introspeccionarte ("me gusta la palabra introspección"), como crear cosas nuevas, como recreacionarte a ti misma, como crear magia, como tumbarte en la cama y no ver el cielo, sino algo mucho mejor, los árboles tocando el cielo, burlándose de ti porque nunca conseguirás ser más alta que ellos. Como ser un erudito, como depurarse por dentro, como hablar con la luna y de la luna, como sentir electricidad en las mejillas.
Es algo así como ser feliz con quien te rodea, con el mundo. Como saber que 1 + 1 suele ser 2, pero... y ¿por qué no 11? Es algo así como ataques de positivismo, como una energía latente que surge sin avisar y te invita a bailar, a gritar, a correr con libertad, sin miedo a superar límites prohibidos de velocidad.
Bien sé que los malos días pueden no haber acabado, y que por supuesto siempre los va a haber. Sin embargo hay formas y formas de afrontarlos. Puedes arrojarte a la corriente, desconsolada, con la única preocupación de seguir con el alma en carne viva al desembocar en el océano. 
Y también puedes comerte un paquete de chucherías tú sola, o darte un capricho y levantarte a las 12 del mediodía en plenos exámenes. Rodearte de tus amigos o quemar las malas vibraciones no sin antes tener claro cuáles son. Joder, no sé, simplemente controlar tu mente y que la mierda no se te suba hasta el cuello.

¡¡¡¡Os mando un ataque de positivismo como el que acabo de sufrir yo a todos los que han leído esto!!!!

     No es necesario mencionar su nombre; bonitica lunitica.

lunes, 26 de mayo de 2014

Querida yo a los 40



Nunca pensé que todas las conspiraciones fueran a cumplirse. Te has convertido en escritora. Por fin. Siempre dijiste que a pesar de pasarte las noches enteras bajo la luz del flexo, no te considerabas artista. No antes de escribir un libro.
También te has desenredado de los males que vivían por los rincones de tu cuarto, incrustados al yeso como humedades de invierno, como la resina se incrusta al otoño. Recuerdo cómo por las noches se trenzaban esos males negros por el pelo y con un poco de suerte te provocaban insomnios interminables y llenos de oscuridad. Por eso por el día seguías viéndolo todo negro.  
Y ahora te veo desde el palco del teatro. ¡Cómo has cambiado! Tienes el pelo corto, cantas mientras deambulas por la ciudad y, sin embargo, hay algo que no has querido abandonar. Sigues besando al mismo hombre, pero no por haber compartido los mismos amaneceres desde que acompañabas la pizza siempre con cerveza, desde los dieciocho, sino que tu vida ha girado tantas veces como el pomo de la puerta de su casa. Esa puerta que, como símbolo limítrofe de ambas vidas, tomó más decisiones que los dos sobre el colchón.
Ya no llevas pulseras, siempre le dices a Adriana, la pequeña Adriana, que no te dejan respirar. No te dejan respirar porque te atan las ideas que salen de la pluma cuando quieres escribir tus historias en el papel.
Ahora me gusta más mirarte, vas dando un rastro de destello que te empuja hacia delante, huyes de prejuicios. Y no es que antes no me gustaras, sino que has evolucionado, y me encanta todo lo que has conseguido ser. Ya no buscas por donde antes encontrabas y ya no caminas hacia un destino prefijado. Vistes otra ciudad. Y por cierto, adoro esas patas de gallo a cada extremo exterior de tus achinados ojos. ¿Sabes lo mejor de todo? Son marcas de la vida, cicatrices de cada sonrisa, cada carcajada que expulsaste con fuerza.
Todavía no te conozco y ya te echo de menos. Sólo deseo conocerte, mi querida yo a los 40.


sábado, 29 de marzo de 2014


"-Ahora me toca a mí… y contestarás.
-Sí, contestaré.
-¿Qué supone un problema para ti?
-Tú, probablemente.
-¿Qué?
-No… el otro día di con algo que podría suponer un problema.
-¿Qué es?
-Pues es algo que se me ocurrió en el tren, así que… Vale bien, ¿crees en la reencarnación?
-Eh… sí, sí. Es interesante.
-Verás, la mayoría de las personas hablan de sus vidas pasadas y cosas así y aunque no crean en ello de una forma concreta… no sé, las personas tienen un concepto de un alma eterna, ¿no?
-Sí.
-Bien, ahí va mi reflexión: hace quinientos siglos no había ni un millón de personas en nuestro planeta. Hará unos diez mil años habría dos millones, tal vez. Ahora hay entre cinco y seis mil millones de personas en el planeta, ¿no? Si todos tenemos nuestra alma individual y única… entonces, ¿de dónde las hemos sacado? ¿Las almas modernas son sólo una fracción de las originarias? Significaría que cada alma se dividió en cinco mil durante sólo los últimos cincuenta mil años, que es un período de tiempo insignificante. Así que como mucho somos sólo pequeñas fracciones de personas caminando; ¿somos tan dispersos por eso? ¿Por eso vamos tan desorientados?"


domingo, 23 de marzo de 2014

Spanish Revolution


Representación gráfica perfecta de lo que ocurrió ayer. Una vergüenza y desvalorización al esfuerzo de miles de personas que acudieron a Madrid desde la otra punta de España e incluso andando, ¡ANDANDO! Una preciosa forma de quejarse, hacer un llamamiento a los corruptos políticos de nuestro país y lo que es más importante, rebelarse. Interminables colas de gente con banderas ondeando por las carreteras españolas. Se ha menospreciado a miles de ciudadanos que, aunque no fuera caminando, les supuso el mismo esfuerzo que si lo hubieran hecho, ya que el billete de bus no era asequible para ellos debido a su situación de desempleo. Y el resultado lo representa perfectamente, como ya he dicho, esta foto. Esto espero que haga reflexionar a quienes ni se les pasó por la cabeza acudir a la capital porque piensan, y con firmeza, que todo va bien en este país, ya que a nosotros los indignados, esto en el fondo no nos pilla de sorpresa. Deseo de todo corazón que esto sólo sea el principio de algo grande. Estoy orgullosísima de los 2 millones y pico de personas que ayer hicieron historia.

jueves, 20 de marzo de 2014

GIRLS LIKE YOU





“No pretendo que me entiendas, porque ni yo misma lo hago. No pretendo que llores conmigo, eso sería injusto. Me basta con que no huyas, me basta con que te quedes, que sepas que a veces me da por ser niña y río y juego. Y mis dedos toman vida y recorren las paredes haciendo malabares. Que sepas que a veces soy viejita y achacosa y lloro o me quedo quieta, muy quieta. Y otras veces soy joven y exploto, grito y me quiero comer el mundo en un mordisco y me hago grande, grande, tanto que me pierdo. Que todas soy yo. Que todas soy yo, amándote a destiempo, en frecuencias diferentes, en momentos que pasan y no se detienen… Basta con que te quedes.”

Supe que me podrían quitar todo excepto mis palabras cuando recordé tu sonrisa en la cama. Si me quitan las palabras, me lo quitan todo.

martes, 4 de marzo de 2014

dreamin'

Subo un poco más la persiana (a pesar de que ya no entra casi luz en mi habitación) para estar más cerca del cielo. Mamá dice que no pase tantas horas mirando por la ventana, que las cosas que sueño mientras veo el sol esconderse por las montañas no me dejarán pegar ojo por las noches. Yo no le hago caso porque papá me dirá antes de dormir, mientras elegimos un peluche de la estantería más alta, que nunca deje de soñar mientras miro las montañas. Dice que sólo aquellos que sueñan consiguen viajar a lugares fantásticos sin tener que moverse del sitio. También me dice, justo antes de darme su beso de buenas noches, que para soñar se necesita magia, así que tengo mucha suerte. Yo creo que es mejor tener magia para volar sentado que saber hacer informes extrañísimos como los que mete mamá en su maletín cada mañana,¡y que son lo más aburrido del mundo!




viernes, 28 de febrero de 2014

13

Ignorado en hoteles y deportes, rechazado en loterías, omitido en autobuses, aviones, calles y edificios.
Los supersticiosos le temen y los triscaidecafóbicos lo sufren.
Pero nadie se acuerda de que el 13 de enero de 1969 los Beatles lanzaban el álbum "Yellow Submarine", 
que un día 13 nació Mickey Mouse, 
que cada año la luna da 13 órbitas completas a la Tierra, 
que un martes y 13 empezó la unificación de las dos Alemanias, 
que el 13 de abril es el día mundial del beso y el 13 de septiembre el de mirar el vaso medio lleno...
y lo mas importante: se necesitan 47 músculos para enfadarse y solo 13 para sonreír

martes, 25 de febrero de 2014

defectos

"Pueden llamarse defectos. Para mí son detalles, pequeños detalles que son el reflejo de cada uno y los que marcan la diferencia.
Son esas imperfecciones las que nos distinguen del resto y hacen que una persona sea maravillosa y única. Y, es que, en realidad, la felicidad se encuentra en lo natural y en la sencillez, porque no hay nada mejor ni más auténtico... que una persona siendo ella misma".





martes, 18 de febrero de 2014

CERCA DEL CIELO DORADO

Todo el mundo adora la playa, asarnos, tostarnos como el pan del desayuno, morir de miedo durante 0,001 segundos porque te ha parecido ver rondando por tus pies bajo el agua una medusa.
A mí me gusta la playa en invierno. Me fascina andar, caminar por lugares en épocas para los que no fueron creados. Para los que no están hechos.
En invierno no molestan los niños con sus balones hinchables de Nivea, ni los abuelos te deleitan con sus cuerpos marchitos, ni las marujas critican a las chicas que caminan por la orilla con sus impresionantes bikinis.
Prefiero que mis pies descalzos se hundan en la arena a 8 grados. Prefiero ver cómo anochece y cada grano de tierra amontonado se tiñe de dorado con las primeras farolas iluminando el paseo marítimo. Quiero ir a la playa y que no pueda quitarme la sudadera del frío aire aunque tenga que aguantar cómo me pica todo el cuello porque a veces eres demasiado gracioso y juegas en la arena como si de nieve se tratara.
Cuéntame en esta diminuta toalla qué ves en el cielo, que yo me encargaré de contar cada lunar de tu hombro.


martes, 28 de enero de 2014

Coldplay para sacudir el alma

Tenías razón. Tener vergüenza es aburrido.
Es aburrido ir por la calle y vestir como los demás, hablar no muy alto para no alterar las conversaciones ajenas, seguir dietas equilibradas y bajas en azúcares y grasas saturadas, seguir horarios, llevar el tiempo incrustado en la muñeca y no saber que somos esclavos de él, es aburrido escuchar la misma música un día sí y otro también sin descubrir estilos diferentes que jamás te propondrías meter en el iPod.
Es aburrido hablar del tiempo que hace hoy y de los exámenes, es aburrido ducharte sin cantar, andar bajo el sol sin cerrar los ojos y sentirlo o dormir sin abrazarte a nada.
Es aburrido hablar de poesía con quien no ha abierto un libro en su vida por voluntad propia, es aburrido mirar con los ojos y no con el alma, es aburrido hacer el amor a escondidas y reírte de la gente a plena luz del día, es aburrido no escribir sobre lo que sientes o piensas, es aburrido no pensar en qué es lo que te define A TÍ y te hace ser especialmente diferente de los demás.
Es aburrido no hacer deporte, no escribir en pleno viaje de bus en el que el paisaje es la mejor inspiración, es aburrido no volver a ser niño cada vez que compartes un trozo de tu vida con tus amigos.
Tenías razón, hay muchas cosas que nos atan a la realidad sólo para que siga en funcionamiento y no me daba cuenta de que sólo el desorden crea la vida más perfecta, más sencillamente especial.


jueves, 16 de enero de 2014

JOYEUX ANNIV

De vez en cuando debemos hacer balance de las cosas. Normalmente tenemos la costumbre de hacerlo una vez al año e incluso una vez cada dos. Y ya que hoy cumplo 19 años, aprovecho el momento para hacer mi balance; pero no uno cualquiera, sino uno bastante más especial que todos los demás. Es el primer balance que escribo viviendo en otra ciudad.
Es también el primero que escribo tras haber abierto todo mi corazón a muchas personitas especiales que ya he conocido aquí en Teruel. Estos 19 años están formados, cada uno, de todas las personas que me he ido cruzando a lo largo de toda mi vida. Cada una de estas personas ha pintado su huella característica en mí. Todos ellos me han dejado algo precioso, se hayan ido o no. Consejos, lecciones, decepciones, respeto, risas.
El caso es que veo que mi vida hasta los 16 avanzaba despacio, insegura, trazando caminos discontinuos y en muchos tramos, borrosos. Hasta que llegaron los 17 y todo comenzó a avanzar con más velocidad hasta tal punto de no controlar los latidos del corazón ni el raciocinio de la mente. Todas conexiones establecieron un compás sincronizado y mi cuerpo comenzó a caminar con fuerza, con pasión y sobre todo por valentía y amor por lo que vivía cada día. Los días me parecían eternos y las noches cortas. El brillo de las cosas que no tenían brillo se intensificó y las cosas que no brillaban… adivinadlo: comenzaron a brillar por arte de magia. La razón de tan cursi transformación vital: crecer, superar, sentir, volar.
Fui consciente de que nos pasamos la vida tratando de conseguir lo que queremos y tapar esos agujeritos internos con caprichos. Queremos acortar distancias internas con objetos materiales. Y no. No podemos. Cuando nos damos cuenta de esto es realmente cuando dejamos de rellenar huecos inmateriales con cosas materiales. Es lógicamente imposible que dé lugar a un resultado óptimo. Ahora sé qué me hace feliz.
Queda hablar de la mejor edad vivida hasta ahora sin duda: los 18. En los 18 he sido golpeada por la ola más grande de experiencias. Todo han sido sorpresas buenas, nuevas amistades, lecciones requeté aprendidas, sentimientos que jamás había sentido y lo más importante, vida nueva y gente nueva, eso sí, sin olvidarme de los que estaban antes y siempre permanecen ahí. Por eso hoy me siento feliz; no sólo por los amigos que tengo aquí, felicitaciones, regalos… sino por lo que soy gracias a mis 18 y todas las dieciochomiles cosas que he aprendido hasta ahora, entre las que se encuentra la manera de ser feliz sin muchos requisitos. Sólo me queda rellenar los 19 como se merecen.


¡FELICES 19 PARA MÍ!


lunes, 13 de enero de 2014

ÉPOCA DE EXÁMENES, ÉPOCA DE PENSAR

En estos mismos momentos, el 90% de los estudiantes universitarios españoles estarán estudiando delante de un gran montón de apuntes. Probablemente los cafés sean la principal fuente de la poca energía que les queda en el cuerpo, o una bebida energética, para gustos los colores.
Probablemente no se habrán aprendido todavía la mitad del temario cuyo examen es en menos de tres días. Probablemente el móvil sea primordialmente algo que deberían haber dejado en su cuarto y no haberlo traído a la biblioteca. Probablemente los padres de estos estudiantes estarán preocupados por ellos, animándolos a seguir hincando codos cuando sienten que del cerebro les sale humo por el que se escapan, traviesas, las ideas principales de cada tema de historia. Probablemente alguno de estos estudiantes está barajando la posibilidad de copiar ante la desesperación de meter doscientas definiciones en un cerebro en el que ahora mismo solamente cabe una y media.
No creo arriesgarme a quemarme la mano en el fuego si afirmo con valentía que la mayoría de ellos se arrepiente de no haber empezado a estudiar, al menos, dos semanas antes. 
Probablemente el INE o cualquier listillo con mucho tiempo que perder, estarán frotándose las manos de placer, al pensar, sonriendo malignamente, en todas esas bonitas estadísticas que se publicarán gracias a sus méritos sobre la cantidad de horas invertidas en el estudio de estos alumnos, las asignaturas que creen que suspenderán o el éxito en las notas de éstos en comparación con otros países de la Unión Europea.
Pero lo que esas estúpidas e inútiles estadísticas no van a recoger en números es el estrés de cada pupilo, tanto de los que han estudiado como los que no. Esos momentos en los que no sabes qué hacer, si seguir estudiando hasta caer redondo sobre los libros o mandarlo todo a la mierda e irte a dormir. Esos momentos en los que te ves rodeado de gente que está en la misma situación que tú. Desconsolados, agobiados, preocupados prematuramente por la convocatoria de septiembre. Yo soy quien veo las caras de derrota por no poder más y los pasos arrastrando los pies porque no tienes fuerza ni de ir hasta tu cuarto.

Wert, ajeno a todo esto, quizás esté ahora mismo tirado en el sofá, con la mano bajo el pantalón de su pijama, con la boca medio abierta y los ojos entrecerrados, probablemente disfrutando de Intereconomía o de algún programa similar. Probablemente dentro de cinco o diez minutos estará roncando en el oído de su mujer. Todo esto mientras nosotros vamos a pasar noches enteras en las bibliotecas, salas de estudios y habitaciones. Pero eso a él no le importa.
Soy yo la que veo ojos caídos de sueño, ojeras e incluso lágrimas, no usted señor Wert. Somos nosotros, los estudiantes, quienes mejor conocemos lo que ocurre en las aulas y fuera de ellas. 

miércoles, 8 de enero de 2014

Gris metal, gris madera.


Hipotequémonos.
Hagámonos muy viejos los dos.
No es necesario estar juntos.
Sólo acordarnos el uno del otro y sonreírnos al pecho recordando lo que fuimos con dieciocho años bajo las sábanas de este precioso funeral en el que nos volvemos a ver.
Te cambio esa rosa por la libertad y va, dime que te vienes un rato a volar. Como antes.
Como cuando corríamos detrás de los aviones antes de que echaran a volar. Vente conmigo y te prometo que nos veremos reflejados en el charco de tu calle con 50 años de menos.
Vendamos el alma al indigente que más la necesite, cojo mi guitarra y sube a las notas, trataré de no hacerte cosquillas esta vez. No nos verá nadie, yo te camuflaré tras esta felicidad estúpida que nos envuelve y nos está separando del mundo real.
¡Cuidado con las notas graves!
Son pequeños baches del camino... épocas de exámenes cuando apenas podíamos vernos, las mentiras, las borracheras que acabaron en lágrimas y camas separadas, los chismes que me hacían bloquearme y ver todo gris. Sabía que hoy iba a verte. No sabes lo bien que te sienta el fucsia en los labios. Va, ven un ratito, por favor. Prometo no rozar tus labios, no acariciarlos con los míos. Sé que a Miguel no le gustaría vernos aquí, en el aeropuerto de nuevo.
Joder, qué buena pareja hacéis... El marrón de tu abrigo con la madera del ataúd.
Lo quiero todo contigo, sigo queriendo todo contigo. Quiero volver a ser joven y sólo puedo lograrlo si me agarras de la mano. Tu sonrisa se llama libertad.