miércoles, 12 de octubre de 2016

Cuando no te veo

Era como nadar a contracorriente.
Como la arena que te entra en los ojos cuando pasas por la calle en octubre.
La respiración fallando, eligiendo cuando vivir o seguir cayendo en picado.
El amargor de la incertidumbre, el mono del drogadicto.
La cuerda que no puedo saltar,
la camiseta que no volveré a ponerme porque se ha desgastado,
las emociones que no sé describir ni escribir en mi cuaderno,
la certeza de estar en lo incierto,
el pulso del viejo,
el beso del amante,
la rabia del niño sin su chocolatina,
la conexión perdida y la sesión caducada.
Los posos del café,
la nota que se cae de la nevera,
el cambio de opinión,
la arruga de la sábana,
(la pastilla que ya no hace efecto)
la espera impaciente del efecto del calmante.
El mensaje que sabes que nunca vas a recibir.




La paz que no querías.

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