Ya que ha habido tantas mentiras, no sonará raro que te diga que nadie ha hablado de todo esto, de lo que ha pasado en los últimos meses. Las voces eran sordas, nadie ha mirado con ojos juzgadores y ni siquiera me he parado a pensar en qué sería lo que sentirían personas ajenas. Hemos cuidado con tanto cariño estas mentiras que nos las hemos creído absolutamente todas y no hemos dejado que se escaparan por cualquier ventana abierta de la casa, de nuestras casas.
Tampoco he querido escapar de los problemas ni meterme en la cama muchas noches queriendo escurrirme hasta niveles subterráneos del colchón para no tener que levantarme al día siguiente con heridas del día anterior.
Las razones son seres vivos. Mascotas emocionales que adoptamos tras cada acto llevado a cabo, y que desde el nacimiento mismo de nuestro recuerdo, se vienen a vivir con nosotros. Y las alimentamos, y maduran, y se desarrollan, y nos hacen compañía, y nos ayudan a estar mejor. Las razones son el mejor amigo del hombre y la más fiel amiga de la mujer. Un día, viendo la tele, te las miras por un momento y piensas cómo es posible que hayan crecido tanto, que ya no las reconozcas, con la poca cosa que eran cuando te las llevaste. Porque están vivas, y donde dijiste digo, dices Diego, y la verdad es que las dos suenan igual de bien y de adecuadas para el momento actual. No es que seas un puñetero incoherente, que también. Pero qué significa ser incoherente. Significa que tus razones crecieron y se fueron de casa. Y te dejaron solo otra vez. Las muy putas. Qué decepción.
Quizás lo que me sobran son las razones. Puede que me sobren tan fuerte que no las encuentre por ningún sitio. Están tan delante de mí como un televisor que proyecta imágenes vanas y diáfanas constantemente y sin percatarse del espectador. De todas formas el espectador delante del televisor es lo último que importa. ¿Y si pasa lo mismo con ellas? Las tengo y funcionan, están en movimiento constante e incansable, han estado construyéndose unas sobre otras desde que tengo uso de conciencia y especialmente desde hace un par de años pero no me entiendo con ellas. "Date tiempo", es lo que dicen, pero en medio del jaleo cuando uno necesita aire, de nada sirven las esperas. Y yo soy demasiado impaciente.
Las razones son seres vivos. Mascotas emocionales que adoptamos tras cada acto llevado a cabo, y que desde el nacimiento mismo de nuestro recuerdo, se vienen a vivir con nosotros. Y las alimentamos, y maduran, y se desarrollan, y nos hacen compañía, y nos ayudan a estar mejor. Las razones son el mejor amigo del hombre y la más fiel amiga de la mujer. Un día, viendo la tele, te las miras por un momento y piensas cómo es posible que hayan crecido tanto, que ya no las reconozcas, con la poca cosa que eran cuando te las llevaste. Porque están vivas, y donde dijiste digo, dices Diego, y la verdad es que las dos suenan igual de bien y de adecuadas para el momento actual. No es que seas un puñetero incoherente, que también. Pero qué significa ser incoherente. Significa que tus razones crecieron y se fueron de casa. Y te dejaron solo otra vez. Las muy putas. Qué decepción.
Quizás lo que me sobran son las razones. Puede que me sobren tan fuerte que no las encuentre por ningún sitio. Están tan delante de mí como un televisor que proyecta imágenes vanas y diáfanas constantemente y sin percatarse del espectador. De todas formas el espectador delante del televisor es lo último que importa. ¿Y si pasa lo mismo con ellas? Las tengo y funcionan, están en movimiento constante e incansable, han estado construyéndose unas sobre otras desde que tengo uso de conciencia y especialmente desde hace un par de años pero no me entiendo con ellas. "Date tiempo", es lo que dicen, pero en medio del jaleo cuando uno necesita aire, de nada sirven las esperas. Y yo soy demasiado impaciente.