martes, 29 de octubre de 2013

Apocalipsis Whatsapp

"[...]A la gente no la mata un dragón bermejo con siete cabezas, diez cuernos y en cada cabeza siete diademas. La gente se mata dándole a enviar a un “estoy llegando” a 140 kilómetros por hora en la carretera de La Coruña. 
No conozco a nadie que se haya muerto porque el Cordero abrió el primero de los siete sellos y oyó al primero de los cuatro animales decir con voz de trueno “ven y verás”. En cambio, ¿cuántos peatones han sido arrollados por vehículos largos dejando a sus amantes como últimas palabras una caca que sonríe? ¿Cuánto montañero distraído buscando 3G con el móvil en alto, el sol en la cara y los ojos donde no debía, ha acabado despeñado por no poder esperar a enviar una foto del amanecer? Pero lo más importante, ¿cuántas relaciones han dejado de prosperar y niños han dejado de nacer por esos tíos que abusan de los emoticonos?
Desconocemos los datos, pero intuimos que son unas cifras escalofriantes, unas cifras que incrementan cada año. Con cada nuevo usuario, nuevas víctimas. Unas cifras que podrían estar anticipando la extinción de la especie porque, como los buenos virus, whatsapp tiene una característica que lo hace extremadamente contagioso: los mensajes son gratis.
¡Mejora eso, plaga de langostas! En whatsapp tú te lías a hablar y eso no tira de tarjeta. Tú escribes y escribes y no pierdes nada.
Pones espacios, y espacios, y espacios.

Otro espacio.
Puntos suspensivos.
[...]

Como decía al principio, el whatsapp marca el fin de la especie. Pone de manifiesto lo peor de nosotros. Descubrimos que las personas se reúnen con otras personas para ignorarlas mientras hablan con otras, que tenemos tan claro que lo vamos a hacer mal que nos justificamos nada más presentarnos (“no me funciona whatsapp”), que no confiamos los unos en los otros. Whatsapp aviva la llama de la desconfianza. “¿Por qué no me contestas? Pone que lo has leído”. Jura cuanto quieras, ese teléfono que lleva con él la mitad de tiempo que tú, que se lo regalaste tú, de hecho, tiene mucho más credibilidad. Las personas confían en cualquier cosas antes que en otra persona. ¿Por qué? Porque se conocen. Sabemos cómo somos.
Whatsapp es el origen del fin. Whatsapp nos hace querernos menos y tropezar más. Whatsapp convierte las comidas entre amigos en un locutorio.

¿Mi consejo? Perpetuad la especie, volved al SMS o, mejor aún, al correo ordinario."
Y es que a Rodrigo Taramona cualquiera le replica ahora mismo. Tiene más razón que un santo. El nuevo invento para mantenernos distraídos, quietos como estatuas (exceptuando las manos y sobre todo el dedo pulgar) en bares, salas de espera, asientos de metro... etc, nos hace dependientes de un objeto con el que nuestros padres no nacieron bajo el brazo, y ahí los tienes, más desestresados que nosotros ya que no se preocupan por la mierda de invento del doble check o la "ultima hora de conexión", que ha acabado con tantas relaciones. Pensad en el número de personas que salen a la calle y pasan más tiempo recorriéndola con los ojos delante de la pantalla que en el semáforo en verde que ya parpadea para convertirse en rojo. Pensad en las conversaciones con vuestra abuela mientras os preparaba la comida de los domingos y que ahora quedan en un beso en la mejilla y en un: "bueno me voy al sofá con el móvil" o ni siquiera eso. Pensad en todo el tiempo que malgastamos escribiendo: ¿dónde estás? cada dos minutos cuando vemos que alguien se retrasa. Pensad en todo ello, en todo ese tiempo que se acumula, ese tiempo perdido que podríamos reciclar y aprovecharlo para leer un libro, hablar con tu tía...o yo qué se! Para hacer cosas que te apasionan o para descubrir esas cualidades en el deporte que antes desconocías.
Yo me propongo curarme de la toxicidad del Whatsapp, espero que quien haya leído todo esto, también. 



sábado, 26 de octubre de 2013

¿TE GUSTA TU CUERPO?

Probablemente la mayoría que responda pensará en algún defecto corporal que desearía retocar, maquillar o simplemente no mostrar a la gente. "Pues me sobra algún kilito por allí y dos más por allá...", o algo como... "detesto esas estrías que recorren mis muslos".

He encontrado esta preciosidad y tenía que compartirlo porque este texto es precioso y dice muchas verdades. Gracias "Be" por hacerme llegar hasta él.

"Es tu única herramienta de comunicación con el mundo. Es la única vía que tienes para oler, saborear, escuchar, tocar, viajar, sentir dolor, placer, calor, miedo...
De hecho, lo único que tienes, en realidad, es tu cuerpo.
Tiene curvas, rectas, pelos, marcas, heridas, postillas, arrugas, granos, manchas. Como todos los cuerpos.
Abrazamos, deseamos, lamemos, mordemos, acariciamos, amamos, admiramos, envidiamos, echamos de menos otros cuerpos. Y esos cuerpos tienen -a veces- tripas redondas, pechos pequeños, muslos grandes, lorzas, arrugas, manchas, granos, pelos... Pero abrazamos, deseamos, lamemos, mordemos, acariciamos, amamos, admiramos, envidiamos, echamos de menos esos cuerpos.
¿Cómo podemos no amar el nuestro? ¿Cómo han podido convencernos de que no nos guste nuestro cuerpo?
Despreciar tu cuerpo es como avergonzarte de la tierra en la que has nacido, de la familia en la que te has criado, de tu gente, de lo que eres.
Si no te gusta tu cuerpo, no puedes gustarte, ni quererte, porque tu cuerpo es la forma en que te relacionas con el mundo.
Cuida tu cuerpo para vivir más, para sentirte mejor, para explotar de él todas las capacidades de disfrutar y experimentar que encierra. Pero no cuides tu cuerpo para responder a la idea que te han impuesto de lo que es un cuerpo que merece ser querido.
Tus curvas, tus rectas, tus arrugas, tus marcas, tus heridas, tus manchas, tus pelos, son lo que tu eres. Y si te pasas la vida huyendo de ellas, no vas a conseguir quererte nunca.
Y entonces te convencerán de que necesitas dietas, cremas, depilaciones, operaciones, aparatos, maquillajes, fajas, rellenos, para que te quieran. Y así quererte un poco.
Pero nadie puede relacionarse desde la libertad y la felicidad con el mundo, si no le gusta la herramienta que utiliza para hacerlo.
Coge ese cuerpo, desnudo en el espejo, y míralo como miras los cuerpos que quieres, que deseas, que abrazas, que admiras, que envidias. Olvídate de todos los mensajes que dicen cómo debería ser y aprende a moverte con él por el mundo, contenta y orgullosa.
Y no dejes que nadie, nunca, se meta con tu cuerpo".

Y ahora piénsalo otra vez: ¿TE GUSTA TU CUERPO?

jueves, 24 de octubre de 2013

TRU.LUV

-¿Sabes una cosa, chica?  - me dijo acercándose cada vez más a mis labios.- Que a mí me da igual que te planches el pelo cada día, o de qué color te pintarás esta semana las uñas, o cuánto dinero malgastes en una colonia de marca, o si tienes un iPhone 5. Que me importa un rábano si el flequillo te ha quedado así o asá, o si se te transparenta el sujetador con esa blusa que llevas todos los domingos, o si tienes una cámara Réflex con la que dejar sin habla a cualquier turista de la calle; o si tienes buenas o malas notas en la universidad; o incluso si vives con 1€ al día. Lo que te quiero decir, pequeña cabeza loca, es que me da igual si vas a la moda o no, o de si eres de las que llegan 20 minutos tarde...

Que todo eso me da igual, ¿entiendes? Que yo me enamoré de ti justo en el momento en el que te serví la primera cerveza en ese cutre chiringuito de playa.

martes, 22 de octubre de 2013

Qué mas da que se acerque el otoño mientras tú y yo podamos seguir haciendo el verano.

sábado, 19 de octubre de 2013

Una larga e intensa conversación delante de un par de cervezas.
Callejear por tu ciudad favorita.
Sacar el brazo por la ventana cuando vas en coche.
Escuchar tu canción en la cima de una montaña.
Pegarte un atracón de pasta.
La sonrisa de un desconocido.
Los abrazos de mamá.
La brisa refrescante cuando tomas el sol.
Los dos primeros pasos descalza tras quitarte los tacones que has llevado toda la noche.
Los 45' que has pasado corriendo sin parar.
Esos 5€ que quedaban en tu bolsillo y que justo llegan para invitar a alguien a un café.
Visitas por sorpresa.
Los besos en los portales.
Los abrazos de las reconciliaciones (los más verdaderos).
TÚ.


lunes, 7 de octubre de 2013

OLIM


Todavía no ha nacido y ya estoy orgullosa de ella. Aún no le he visto los ojitos y ya sé lo mucho que la quiero. Todavía no la he oído llorar y ya sé que seré capaz de calmarla. No he oído ni siquiera su voz y tengo la certeza de que cada vez que la escuche me alegrará el día. 

Una personita muy muy especial está creciendo; un bebé más, un número más en el mundo y un chupete menos en la sección de bebé del súper. Un maniquí del Zara Kids al que le será desprovisto un body rosa palo, un hueco en el estante de la farmacia se hará paso tras retirar un biberón con ositos, o con algún animal semejante. Las paredes de su casa cobrarán vida cada vez que Olimpia pinte con sus ceras de colores algún mensaje imposible de descifrar; andar por el pasillo ya no resultará tarea tan fácil cuando peluches, muñecas y algún cuento sirvan como ladrillos para construir un "fuerte anti-monstruos"; en la cocina ya no existirá otro olor a comida que no sea el de los potitos de fruta o la papilla de cereales. La memoria del móvil de su mami estará saturada de fotos de la bebita durmiendo, sonriendo o con la cara llena de tomate cuando coma su primer plato de pasta. A su papi no le quedará tiempo en su gabinete para hacer una simple manicura francesa porque estará hablando todo el día de su princesa y lo guapa que se la ve cada día. Porque, como ya he dicho, mi pequeña ratita, Olimpia, va a ser un bebé más en el mundo. Pero me basta con saber que a sus papis, abuelos, tías y tíos y sobretodo a MÍ, esta brujita nos va a cambiar la vida. 
Te quiero mucho, mi niña preciosa