“Las cosas han cambiado”
¿Y a quién no le ha pasado? Las cosas cambian al igual que
hoy es 15 y mañana será 16. Y no podemos hacer nada por evitarlo. Miro fotos de
hace un año y trato de leer mi cara entonces: ¿Era más o menos feliz que ahora?
¿Más ingenua? ¿Me gustaba la comida china los domingos tanto como ahora?
No, claro que no. Nada es lo mismo un año tarde. Pero no porque las cosas
cambien hemos de encarar el pasado como algo a lo que nos resulta doloroso
volver, o resucitar. El pasado es la seguridad que tienes ahora, porque si no
hubiera sido porque tuviste aquella mala racha, no sabrías cómo encarar las que
te quedan por venir y tampoco habrías ganado aquel concurso de radio porque
ahora eres experto en música de los 90 gracias a la chica que conociste en
aquel antro.
Lo que quiero decir es que lo que se ha vivido nos sabe a la boca
tan amargo como inspirador. Que si duele es porque alguna vez sanaba y si ahora
no queremos (o no nos atrevemos a) ver fotos que duelen es que algún día ellas
mismas iluminaban las paredes blancas de tu habitación.
En eso consiste la
palabra pasado, ¿no? En algo que ya no forma parte de tu día a día. Él es así de
caprichoso… vuelve cuando menos deseas, pero eso sí, si no fuera por él, no
estarías donde ahora estás. Piensa en ello.