sábado, 22 de octubre de 2011

No eres un recuerdo más.

Things change. Silvia se despidió por última vez de Noel. “Esta es la definitiva” se dijo. Pero en el más hondo de su ser seguiría perdurando su amor por él.
Brazos, abrazad por enésima vez, manos, sentid su piel, ojos, comunicaos con los de en frente, boca, besa una vez más; y lengua, roza sus dientes con suavidad… Sería ya la última vez que sus cuerpos se fundieran en uno solo, como en la figura de Hermafrodito y la ninfa enamorada.
Silvia apresuró sus manos hasta las de Noel y las cogió con fuerza como si quisiera atrapar toda su energía. Fue un éxtasis de inspiración para los dos. Ella sentía su olor corporal, era inexplicablemente placentero, conocía mejor que nadie su perfume natural, aquel con el que se despertaba cada mañana o ese que tenía cuando olvidaba echarse colonia. Lo amaba. Pero era un amor difícil. Lo había mandado todo a la mierda, pero necesitaba sentir a Noel por última vez.
Sus respiraciones se aceleraban y la frustración se iba amontonando en la mente de cada uno, haciendo de un juego fácil, la más amarga de las despedidas.
Silvia se arrepentía un poco más, cada vez que Noel le ofrecía un beso bajo la nuca. No lo podía soportar. La habitación estaba tenue, sólo la luz de la calle podía iluminarles vagamente, pero aquella nadie se hubiera permitido mirar. Al fin y al cabo era una noche más para el mundo.
Él tocaba su pelo. Olía mejor que nunca. Fresco, suave, largo… (Cree que fue lo primero que le enamoró de ella) Y aún más bonito era cuando el sol le daba directamente, porque salía a relucir un brillo fuera de lo común… Siempre limpio y perfectamente peinado.
Intentaba memorizar todo su cuerpo para poder conservar ese agridulce recuerdo hasta que encontrara una chica que pudiera enamorarle por segunda vez. Pero él, sabía a ciencia cierta que no ocurriría. Su mano derecha comenzó a deslizarse por la sien de Silvia, y prosiguió hasta sus ojos entrecerrados, su mejilla, la barbilla, el cuello, sus suaves hombros, sus pechos, su plano y divertido vientre… Todo era perfecto en ella: desde el lunar sobre la boca hasta su espalda interminable.
Silvia abrió los ojos y observó a Noel como si de un extraño se tratara… Y, ni sus pupilas ni sus verdes iris mentían. Él era un desconocido. Lo había sido todo el tiempo, pero a veces nos preocupamos tanto por nosotros mismos y nuestra felicidad que no vemos más allá de conversaciones telefónicas o cenas sobre el césped frente al río.
Él sintió la ingente mirada y también abrió los ojos, no sabía si decir algo y estropear todo, o intentar descifrar el mensaje que le mandaban aquellos ojos mágicos y brillantes.
Silvia le apartó el pelo de la cara y le dio un beso en la frente, su gesto fue gracioso cuando al mover la cabeza hacia él, unos cuantos mechones de pelo acariciaron la cara de su desconocido. Y éste no pudo evitar sonreír: “sus besos de mariquita” recordó, como si ese recuerdo hubiera sido imposible volver a su memoria.
-No eres un recuerdo más –le dijo a su desconocida.
Y ésta esbozó una sonrisa difícilmente delineada en la comisura de los labios. Rápidamente ella se vistió y se dirigió hacia la puerta. Los sueños habían hecho de Noel un preso más y se abandonó a los brazos de Morfeo.
Silvia quiso verle dormido una vez más con su silueta de niño travieso. Es verdad, cuando dormía parecía que se olvidaba de todas las preocupaciones y estaba especialmente guapo. Con el bolso en una mano y los cascos en la otra, abandonó la casa y justo, justo en ese momento sonó ‘Stay’ en su iPod y una lágrima no pudo contenerse en su mirada. Era la primera vez que una canción le hacía llorar.

miércoles, 19 de octubre de 2011

lunes, 17 de octubre de 2011